La librería ha sido un acierto lector. Su autora escribe magistralmente y nos hace caer en todas sus trampas. Aparentemente no ocurre nada, sin embargo, con un juego de luces y sombras (lo que nos describe en primer término y lo que ocurre pero no está en el foco de la narración) se teje un completo entramado de relaciones, soledades, amistades, intereses y siempre latente, cómo no, el poder.
La ironía que destila no oculta la crudeza de la situación expuesta. Los personajes se hacen querer y, en ningún momento, se deja entrever el final de la historia. ¡La recomendamos VIVAMENTE!¿Cómo hemos ambientado esta magnífica novela? Hemos traído directamente de casa de la señora Gamart sus aperitivos y sándwiches, el té con las pastas y galletas inglesas no podían faltar, así como un mantel a juego. Las portadas de Bunty dieron el toque tiernamente literario. Una delicia de encuentro.
Nos
vemos tras las vacaciones de Navidad, el próximo 14 de enero, con un estilo
totalmente distinto:
La playa de los ahogados
Domingo Villar
Vuelve, en esta
segunda y esperada entrega, el detective gallego de Ojos de agua (Siruela, 2006) Leo Caldas. Una mañana, el cadáver de
un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos
atadas a la espalda, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre
las aguas mientras faenaba. Pero el océano nunca ha
necesitado amarras para matar. Sin testigos ni rastro de la embarcación del
fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumergirá en el ambiente
marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres
que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se decidan a hablar,
apuntarán en una dirección demasiado insólita. Un asunto inoportuno para Caldas,
que atraviesa días difíciles: Alba ha vuelto a dar señales de vida, el único
hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración en el programa de
radio se está volviendo insoportable.
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